Por Víctor Castillo Morquecho
A lo largo de nuestra vida todos hemos experimentado el ser heridos o el ser lastimados por alguna persona. Quizá un compañero de trabajo, algún “amigo”, una ex-pareja o algún familiar. Y, del mismo modo, todos sabemos que quedar anclados a los interminables «por qués» (¿por qué me traicionó?, ¿por qué no fue capaz de defenderme?, ¿por qué me tuvo que humillar así?, etc., etc., etc.), puede hacernos todavía más daño –tanto a nivel físico, como emocional–, pues este tipo de preguntas generan sentimientos negativos, como el rencor y el resentimiento, que son sentimientos que podemos llevar encima a lo largo de los años, en tanto van carcomiendo nuestro ánimo, nuestra confianza y nuestra capacidad para relacionarnos con otras personas.
En contraste, practicar el perdón puede tener grandes beneficios para la salud. La investigación sugiere que el perdón reduce los niveles de depresión, ansiedad y hostilidad, a la vez que el perdón genera mayor autoestima y mayor satisfacción con la vida.
Pero, entonces…, CLARO QUE la gran, gran, gran pregunta es: «¡¡¿y cómo deshacernos de los sentimientos negativos?!!» Pues decir que debemos perdonar es muy sencillo, pero llegarlo a hacer, definitivamente es otra historia.
Hay que aclarar, por tanto, que no existe una fórmula mágica para otorgar el perdón, pues, por principio, la posibilidad de llegar a perdonar va en relación con el tipo de daño que hayamos recibido (físico, emocional o ambos a la vez) e implica un proceso que debemos trabajar con toda la paciencia de que seamos capaces. Consideremos, entonces, que sólo dando un paso a la vez podremos lograrlo y el reflexionar en los «5 aspectos del perdón», que a continuación te presento, bien puede marcar el inicio de este proceso.
1. Aceptación
Cuando no somos capaces de admitir que experimentamos una ofensa y que esta ofensa todavía nos molesta, sanar las heridas y perdonar resulta mucho más difícil. Por tanto, existe consenso entre los investigadores al señalar que, el primer paso para lograr el perdón, es la aceptación de que ha ocurrido una transgresión o de que alguien nos ha lastimado.
Tyler VanderWeele (codirector de la Iniciativa sobre Salud y Espiritualidad, en la Harvard School of Public Health), subraya que es necesario recordar la ofensa de manera objetiva. Si bien el propósito no es pensar en la persona que nos lastimó bajo una luz negativa, ni quedarse estancado en la autocompasión, sino llegar a una comprensión clara del mal que se hizo, reconociendo todos los sentimientos involucrados. «¡No hay que omitir nada!», insiste Vander Weele, y sugiere que comencemos escribiendo un diario o una carta, relacionados con aquello que aún nos lastima (citado en The Power of Forgiveness, 2019).
2. El perdón es para quien lo concede y no necesariamente para quien lo recibe
Frente a una agresión o un daño, el dolor y las decepciones son inevitables, pero los sentimientos negativos no deben controlar nuestra vida. Por tanto, el psicólogo Frederic Luskin (director del Stanford Forgiveness Project, dedicado a estudiar a víctimas de conflictos políticos), explica que el perdón debe ser visto como un «favor autodirigido» que, en primer termino, otorga beneficios a quien lo concede (citado Arocemena, 2016). En esta misma dirección, López, Kasanzew y Fernández (2008) refieren que, entre las personas más jóvenes, el perdón suele vincularse a la posibilidad de tener una segunda oportunidad, así como al logro de la paz interior (p. 214). ¡Pues de lo que se trata es de liberarse, y de acabar con el propio sufrimiento!, lo cual, sin duda, ha de verse como uno de los propósitos fundamentales de otorgar el perdón.
3. Empatizar
Otro elemento en el que existe acuerdo, tiene relación con hacer el intento de comprender el punto de vista de la persona que nos lastimó y entender sus motivos. ¡Qué cosa más difícil!, ¿no es verdad? Pero hay que reconocer que uno de los lastres que más dificultan el perdón, es que no solemos considerar a un agresor como una víctima de sus propios conflictos, “y mucho menos comprender que el deseo de venganza que pueda surgir en nosotros proceda […] de esa misma emoción que ha llevado al agresor a lastimarnos” (Matthiew Ricard citado por Cortés, 2019).
En este sentido, VanderWeele subraya que, en ocasiones, el mal que se hizo no fue personal, sino que pudo deberse a alguna situación con la que la otra persona estaba lidiando: "Las personas que atacan a otros, a veces están en un estado de miedo, preocupación y dolor. A menudo no piensan cuando lastiman a otros, y simplemente arremeten". (citado en The Power of Forgiveness, 2019).
¡Claro!, lo anterior no significa que no debamos sentir una profunda aversión y repulsión hacia la injusticia, la crueldad, la opresión y los actos perjudiciales, ni significa que no debamos luchar para que esto no ocurran de nuevo, tal como Ricard lo señala (citado por Cortés, 2019). En su lugar, empatizar puede ayudar a definir acciones para el ejercicio de la justicia, así como a establecer los límites que son necesarios para protegernos. Por tanto, el fin no es minimizar la gravedad de la ofensa, restarle importancia al propio sufrimiento o permitir que quien nos hirió se salga con la suya. Simplemente, se trata de no sucumbir al odio y a la venganza (Casullo, 2005, p. 43).
En este caso, una de las técnicas que… sugiere, ¡en este difícil proceso de ponerse en el lugar del agresor!, es el ejercicio de la silla vacía, “que consiste en sentarse frente a una silla vacía y vaciarnos emocionalmente como si en ella estuviese sentada la persona que nos ofendió. El proceso incluye cuestionar a esa persona por lo que hizo y, más adelante, cambiar lugares y ocupar su silla para dar respuesta a nuestras propias preguntas” (Arocemena, 2016).
4. Aprendiendo a dejar ir y perdonarse a uno mismo
Ahora bien, el perdón también implica el duelo por la pérdida de las cosas que no resultaron como nosotros queríamos y, paralelamente, implica dejar de cargar con un sórdido sentimiento de culpa. Pues sucede que frente un abuso, suelen presentarse distorsiones en la percepción, que fácilmente pueden llevarnos a suponer que hemos sido nosotros los culpables de la agresión recibida, y de ahí que lleguemos a decir: «me lo merezco», «¡algo he de haber hecho!», «es mi destino», etc.
Resulta indispensable, por tanto, dar vuelta a la hoja y dejar atrás lo que no pudo ser, así como abandonar las críticas hacia uno mismo, luego de haber sido objeto de un abuso. Tal y como lo señala López, Kazansew y Fernández (2008), ¡necesitamos volver a aceptarnos a nosotros mismos como personas dignas de amor y de respeto! (p. 214).
5. El perdón toma (y debería tomar) tiempo
Finalmente, hay que tener mucho cuidado con la culpa que surge cuando no nos sentimos capaces de perdonar, pues ello va, nuevamente, en detrimento de nuestra autoestima. «¡Soy una persona horrible!» –solemos decir–, pero la obsesión con el perdón es tan malsana, como lo es la obsesión con la venganza y, por ello, Luskin señala que perdonar toma su tiempo, y uno debe tener plena conciencia de esto, con tal de evitar ejercer presión sobre uno mismo (citado por Arocemena, 2016).
Considerar qué tan grande es un herida, ha de llevarnos a valorar el tiempo que podría necesitar para que sane adecuadamente, y este es un proceso que no podemos acelerar. Pero lo que sí podemos hacer, es comenzar por analizar los pasos que aquí comentamos y valorar en qué punto del proceso nos encontramos, con miras a seguir avanzando hacia el perdón, un paso a la vez.
Nota: cuando se trata de conflictos de alto impacto, hablar con la familia, amigos, así como la psicoterapia, son fundamentales. No dudes en buscar ayuda.
Fuentes:
Arosemena, R. (2016). Psicología del perdón: aprendiendo a sanar las heridas del pasado. Recurso electónico: https://www.psyciencia.com/psicologia-del-perdon/
Casullo, M. M. (2005). La capacidad para perdonar desde una perspectiva psicológica. Revista de Psicología, vol. XXIII, núm. 1, pp. 39-63
Cortés, J. (2019). Qué es y qué no es el perdón. Recurso electrónico: https://psicologiaymente.com/social/que-es-el-perdon
López Pell, A. F, Kazanzew, A y Fernández, M. S. (2008). Los efectos psicoterapéuticos de estimular la connotación positiva en el incremento del perdón. Avances en Psicología Latinoamericana, vol. 26, núm. 2, julio-diciembre, 2008, pp. 211-226
The Power of Forgiveness. En Harvard Men's Health Watch. Recurso electrónico: https://www.health.harvard.edu/mind-and-mood/the-power-of-forgiveness
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