Cada día hacemos muchas cosas de manera «automática», desde apagar el despertador por la mañana, hasta cepillarnos los dientes antes de irnos a dormir. Del mismo modo que conducimos un auto o nuestra bicicleta, multitud de actividades las hacemos sin detenernos a pensar, y estas pautas automáticas de acción pueden ser aspectos necesarios y deseables de la vida, pues aumentan la eficiencia de nuestras conductas. Sin embargo, bien vale pena detenerse a considerar que esta tendencia a actuar de manera automática, también pueden llevarnos a mantener gran parte de nuestros problemas cotidianos.
Al preparar nuestra taza de café por la mañana, por ejemplo, podemos casi vaciar la azucarera sin detenernos a pensar en las implicaciones que esto tiene para nuestra salud o también podemos salir siempre tarde hacia el trabajo, y ya ni nos detenemos a pensar que esto traerá como consecuencia el que vayamos conduciendo como «desquiciados». Lo mismo ocurre en la interacción que tenemos con los miembros de nuestra familia, en el trabajo o en la escuela, pues muchos de los problemas que solemos tener con los demás, tienen que ver con que, día con día, repetimos las mismas pautas de conducta que mantienen un problema.
Una escena muy común es la de la pareja que se enfrasca en discusiones partiendo de algo tan sencillo como insistir en preguntar la misma cosa una y otra vez:
- ¿Estás enojada? –pregunta él.
- No, no estoy enojada…
- Pues parece que estás enojada…
- Te digo que no, no tengo nada –responde ella, ya con un cierto tono de alteración en voz.
- ¿Pero por qué no me dices?, ¡si a leguas se ve que estás enojada! -él vuelve a insistir…
Y después…, ¡ya sabemos todo lo que viene! Ella vuelve a decir que no, él insiste, ella lo niega, él insiste, ella lo niega, etc., etc., etc., hasta que, ¡ya muy alterados!, ambos se enfrascan en una discusión que da pie a reproches, reclamos y discusiones infructuosas. Pero lo peor es que esta misma escena y este mismo diálogo volverán a repetirse de forma de automática dos o tres días después, contribuyendo gravemente al deterioro de la relación.
Otro ejemplo puede ser el del «niño problema» que no cambia su conducta a pesar de toda clase de regaños y castigos, o el ejemplo de un miembro de nuestra familia que se encuentra pasando por una grave racha de depresión, a pesar de todas las palabras o gestos de ánimo que recibe. Pues lo cierto es que alrededor de casos de este tipo, suele haber pautas de conducta e interacciones automáticas que, en un lugar de solucionar, mantienen un problema.
¡HAZ ALGO DIFERENTE!
De acuerdo a Cade y O’Hanlon (en su libro «Guía breve de terapia breve»), es muy sencilla la razón por la que insistimos en repetir pautas de conducta que no funcionan. Lo que ocurre es que al enfrentar una situación problemática buscamos soluciones a través del sentido común, nuestras experiencias previas o lo que hemos visto que le ha funcionado a otras personas y, una vez que decidimos cómo actuar, lo hacemos bajo la certeza de que lo que hemos decidido es la mejor y única opción que existe.
El gran problema es que no siempre estamos listos para reconocer cuando una «solución» no es eficaz y, entonces, en lugar de buscar otras opciones, lo que solemos hacer es insistir e insistir e insistir en una conducta, de manera automática y, frecuentemente, aumentando la intensidad o el grado de nuestra supuesta solución (aumentamos los castigos, aumentamos los gritos, aumentamos las palabras de «ánimo», etc.).
Por tanto, para romper las pautas de conducta que mantienen un problema:
1. Lo primero es identificar concretamente cuáles son las conductas que solemos repetir y que están dando lugar a que un problema se mantenga. En otras palabras, hay que identificar aquello que no está funcionando, aún y cuando lo que hagamos tenga la apariencia de ser una solución.
2. Lo siguiente es identificar la secuencia que da lugar a que una pauta de conducta se repita y, en este sentido, resulta muy útil pensar qué ocurre antes y que ocurre después de que un problema se presenta: qué ocurre antes y qué ocurre después de un berrinche o qué ocurre antes y qué ocurre después de una discusión infructuosa, etc.
3. Y, finalmente, hay que buscar la forma de que esta secuencia se rompa de algún modo, pues cualquier pequeño cambio o cualquier pequeña ruptura, entre lo ocurre antes, durante y después de un problema, puede ser el principio de una solución y, para ello, bien vale tomar en cuenta la recomendación más sencilla y, por cierto, la más eficaz dentro de las terapias Centradas en soluciones: «¡Haz algo diferente!», por más extraña, fantástica o disparatada que la cosa pudiera parecer.
Steve de Shazer (en su libro «Claves para la solución en terapia breve) refiere el caso de una madre que comenzó a danzar (en lugar de comenzar a dar gritos y regaños) cuando su «niño problema» hizo uno de sus acostumbrados berrinches, lo cual dio lugar a otros cambios y a que el niño dejara de hacer berrinches, pues dejó de saber cómo respondería su madre. Este mismo autor refiere el caso de una joven mujer que había intentado de todo para darle ánimos a su marido y sacarlo de la depresión, siempre sin resultado, hasta que comenzó a hacer lo contrario, dándole más espacio e incluso, ¡ignorándolo!, con lo cual el hombre comenzó a sentirse más aliviado, al ver que su esposa ya no estaba tan preocupada y abatida por él. Pero uno de los casos que más gusta (y que me ha servido de inspiración en mi propia práctica profesional) es el que refieren O’Hanlon y Weiner-Davis (en su libro «En busca de soluciones»), que es el que te comparto a continuación, como cierre de este artículo:
Mindy, la niña «monstruo» de 3 años.
O’Hanlon y Weiner-Davis refieren el caso de una niña de 3 años cuya conducta que se había salido totalmente de control. Mindy, «la niña monstruo» (como la llamaban sus padres) discutía durante todo el día, nunca aceptaba un "no", interrumpía constantemente a los adultos, tenía rabietas sin ningún motivo, pellizcaba a su hermana cuando estaba sola y se negaba a irse a la cama por la noche.
Durante la primera sesión en terapia, parecía imposible conseguir que los padres interrumpieran su letanía de quejas, pero la madre hizo de pasada un comentario que sugirió una posible solución. Contó que ella era capaz de predecir qué tipo de día tendría Mindy con sólo escuchar su voz por las mañanas y, en este sentido, ella explicó que todas las mañanas la despertaba la voz de Mindy anunciando: "Mamá, ya estoy despierta".
A oídos de la mamá, el saludo mañanero parecía unas veces de buen humor y otras sonaba quejumbroso. Si le parecía alegre, ella entraba en la habitación de Mindy y empezaba una pequeña cantinela cotidiana: "¿Cómo está la pequeña niña de mamá?," "¿quién quiere a Mindy?", etc. Entonces la madre y Mindy pasaban unos momentos juntas antes de bajar a desayunar y el resto del día era relativamente pacífico. Pero si la voz de Mindy le parecía quejumbrosa, la madre iba a su cuarto con aprensión y rabia, y en este caso, Mindy confirmaba las predicciones y empezaba a quejarse, lo que marcaba el inicio de un día lleno de batallas.
La sugerencia que esta madre recibió en terapia fue muy sencilla: tanto si Mindy se levantaba de buen humor, como si se levantaba malhumorada, la mamá debería entrar en la habitación de Mindy simulando que estaba contenta. Esto significaba que la madre debía sonreír y empezar con la canción.
A la semana siguiente, la pareja informó que habían tenido una semana mejor con Mindy. Parecía haberse centrado y era más agradable tenerla cerca. Los padres comentaron los efectos positivos que esto tenía sobre su relación y, varias sesiones más tarde, al revisar los progresos habidos antes de dar por terminado el tratamiento, la madre comentó que el experimento matinal había supuesto para ella el giro decisivo. Se dio cuenta de que podía conseguir que las cosas siguieran yendo bien pese a los desafíos de Mindy. Además, ambos habían aplicado esta idea con éxito a otras dificultades que tenían con Mindy.
¡Rompiendo tus propios límites y pautas!
Hacer algo paradójico o disparatado, hacer lo contrario, hacer más de lo que sí funciona (en lugar de lo que no funciona) y, en general, pensar en hacer algo diferente, es el principio de una ruptura en las pautas que mantienen un problema. Espero que lo que los casos que aquí te he comentado puedan servirte y darte ideas de cómo hacer algo diferente y dejar de repetir conductas o respuestas «automáticas» que no dan los resultados esperados. Sólo recuerda que estos ejemplos han de servirte como inspiración y que lo que le funcionó a una persona, no necesariamente le funcionará a todos. Cada caso tiene sus propias particularidades, por lo que si necesitas ayuda para encontrar el mejor modo de hacer algo diferente y romper las pautas que mantienen un problema, no dudes en buscar apoyo, comenzando por escribir algún comentario dentro de este Blog y recuerda que puedes consultar este y más artículos sobre psicología motivacional y nutrición en la página clubsaludynutricion.site123.me