Abrazos, besos y conversaciones afectuosas, son los ingredientes de nuestras relaciones cercanas y, desde hace varias décadas, la comunidad científica se ha dado a estudiar los efectos que pueden tener los vínculos sociales en nuestra salud. Pues ya sea en una relación de pareja, con nuestros familiares o con nuestros amigos, los vínculos afectivos influyen directamente en nuestra biología, en nuestra percepción del mundo y en nuestro estado de ánimo.
Desde luego, el matrimonio es uno de los vínculos sociales más estudiados y, en este sentido, la Dra. Janice Kiecolt-Glaser (experta en salud y relaciones de la Universidad Estatal de Ohio) comenta: “Para muchas personas, el matrimonio es su relación más importante. Y la evidencia de que, en general, el matrimonio es bueno para la salud es muy abundante, pues las parejas casadas tienden a vivir más y a tener una mejor salud cardíaca” (Fuente: National Institutes of Healt, https//salud.nih.gov)
Es un hecho, sin embargo, que la importancia de la relaciones sociales no sólo incluye el matrimonio, pues los lazos de amistad y, en general, el contacto con otras personas, son un importante medio para estimular nuestra estado de ánimo y para desarrollar y mantener nuestras habilidades mentales, como la memoria. En este sentido, investigaciones muy diversas sugieren que tener lazos sociales fuertes provee de un importante soporte a nivel emocional, lo que genera beneficios en nuestro sistema inmune (haciéndonos más resistentes a las enfermedades por contagio) y al momento de enfrentar el estrés, reduciendo sus efectos dañinos. Y como nuestro organismo trabaja como un todo, ¡estos beneficios también contribuyen a disminuir los riesgos de salud relacionados con el corazón!
Los estudios han demostrado, además, que el contacto físico –que va desde tomarse de la mano, hasta el encuentro sexual– libera hormonas y sustancias químicas en el cerebro, que no sólo nos hacen sentir muy bien, sino que generan beneficios a nivel biológico. Por su parte, las personas que tienen trabajos complejos que involucran hablar, dar instrucciones y negociar con otras personas, tienen un mayor desarrollo de sus habilidades mentales y, consecuentemente, un menor riesgo de padecer enfermedades derivadas del debilitamiento cerebral, como el Alzheimer y la demencia senil.
Ampliando nuestro círculo de relaciones
Dado el placer y los beneficios que genera el mantener relaciones con los demás, ¡habría que considerar distintas opciones para profundizar y expandir nuestro lazos sociales! ¿No te parece?
Por ejemplo, si somos de los que normalmente esperamos a que otros nos busquen, ¡hay que tomar el teléfono y proponer una cita! Y, en este caso, la tecnología también la podemos usar a nuestro favor, ya sea para enviar un saludo –a través del Face o un Whats–, o para encontrar personas con intereses comunes alrededor del mundo.
Involucrarnos con algún grupo de voluntariado o en programas de beneficio común, como el programa «Yo Reutilizo» (https://m.facebook.com/profile.php?id=112638800086204&ref=content_filter), son opciones que, asimismo, nos mantienen en contacto con las personas y nos abren, tanto a nuevas posibilidades de amistad, como a nuevas perspectivas laborales. Después de todo, las relaciones sociales siempre hay que considerarlas como un vía de dos sentidos, en donde no todo se trata de recibir, sino de compartir con otros.
Pero…, ¿y el otro lado de la moneda?
¡Claro!, es un hecho que también existe el otro lado de la moneda y por difícil que nos pueda ser el reconocerlo, la realidad es que las relaciones mayormente conflictivas no generan ningún beneficio, sino que afectan gravemente nuestro estado de ánimo, nuestra capacidad cognitiva y nuestra salud física.
En estudios financiados por los National Institutes of Healt (https//salud.nih.gov), Kiecolt-Glaser y sus colegas descubrieron, por ejemplo, que la forma en que se comportan las parejas durante un conflicto puede afectar los niveles de las hormonas del estrés en la sangre e, incluso, ¡la cicatrización de las heridas! En otro estudio se encontró que las parejas con el doble conflicto de ser hostiles y tendientes a la depresión, enfrentan una mayor tendencia a tener problemas de peso, pues: "El metabolismo de estas parejas era más lento, lo que podría explicar el aumento de peso a lo largo del tiempo", comenta Kiecolt-Glaser.
Ni qué decir, por su parte, de la influencia negativa para salud que genera un ambiente laboral conflictivo o las continuas discusiones familiares. Problemáticas que afectan negativamente el estado de ánimo, con las esperadas consecuencias en la salud y el manejo del estrés, entre otros.
Lo importante, por tanto, no sólo es tener muchas relaciones sociales, sino tener vínculos de calidad que alimenten nuestra persona y que generen beneficios para salud en ambas direcciones. Después de todo, la realidad es que no necesariamente nacemos con «el chip» (o el gen) que nos habilite para ser exitosos en nuestras relaciones sociales, y esto último depende, además, de la educación, del contexto histórico y del ambiente cultural en que nos hallemos inmersos. Con todo, no hay que perder de vista que, en ocasiones, basta con aprender a prestar atención a algunos detalles en nuestra comunicación y en nuestro contacto con las demás personas, para que nuestras relaciones resulten mucho más satisfactorias.
Algunas pistas para mejorar nuestras relaciones
Aprender a relacionarnos implica el proceso de toda la vida, y en ésta página ya hemos explorado diversas herramientas que pueden servirnos, por ejemplo, para aprender a negociar o para romper las pautas de un problema. Y aunque sería el motivo de varios artículos más el seguir profundizando en este tema, por el momento deseo compartirte dos advertencias y dos cuestionamientos que tocan cuestiones fundamentales –al momento de relacionarnos–, y que el Profesor Srini Pillay (colaborador del Health Harvard) plantea de una forma magistral y muy sencilla:
1. Evita la Transferencia
Pues la transferencia es un fenómeno psicológico en el que se activan recuerdos de nuestras relaciones anteriores. Como resultado, podemos repetir conflictos del pasado que no tienen nada que ver con la relación actual. Por tanto, si en algún momento tienes una respuesta desproporcionada frente a un comentario o acción de otra persona, vale la pena que te preguntes:
«¿Estoy respondiendo a esta persona o la estoy mezclando con alguien del pasado [padres, maestros, parejas, etc.]?»
2. Evitar el contagio emocional
Pues nuestras emociones y las emociones de las demás personas pueden transferirse fácilmente, no sólo a través de palabras, sino a través de acciones y señales no verbales. Por ejemplo, si interactuamos con una persona o grupo en el que percibimos un buen ánimo (pues percibimos amabilidad, entusiasmo, respeto, etc.), lo más probable es que también nos sintamos cómodos y de buen ánimo. Pero si interacutamos con una persona o con grupo descontento (tendiente a rencillas, resentimientos, frustración, etc.), lo más probable es que también nosotros nos sintamos mal. Y como el gran problema es que, a menudo, las emociones negativas tienden a «contagiarse» con mayor facilidad, lo más conveniente es preguntarse:
«Lo que estoy sintiendo, ¿proviene de mí, o estoy mezclando mis sentimientos con el enojo y la tristeza de la otra persona o grupo?»
Y considera que, en cada caso, la posibilidad de hacer una pausa y tener un breve momento de reflexión, puede marcar una importante diferencia, en tanto ya no responderemos de manera impulsiva, sino en función de las circunstancias, la persona o el grupo en particular con el que estemos interactuando.
Finalmente…
Si deseas profundizar en el tema de las relaciones interpersonales, te recomiendo que revises nuestros demás artículos de psicología motivacional en ésta página. Y no olvides que este artículo es continuación de nuestros tres artículos anteriores sobre el tema «Salud Cerebral», por tanto, ¡no te pierdas la siguiente entrega!, en donde seguiremos abordando los 6 factores que determinan la salud de nuestro cerebro: la dieta, el sueño, el ejercicio, la interacción social, el manejo del estrés y la estimulación mental.
Referencias:
Kiecolt-Glaser JK, LovingTJ, Stowell JR, et al. (2005), «Hostile marital interactions, proinflammatory cytokine production, and wound healing». En Arch Gen Psychiatry. Dec;62(12):1377-84. PMID: 16330726.
Kiecolt-Glaser, et al. (2015). «Marital discord, past depression, and metabolic responses to high-fat meals: Interpersonal pathways to obesity». En: Psychoneuroendocrinology. Feb; 52:239-50. doi: 10.1016/j.psyneuen.2014.11.018. PMID: 25506778.
«¿Las relaciones sociales afectan nuestra salud?» En: National Institutes of Healt. Disponible en: en: https://salud.nih.gov/articulo/las-relaciones-sociales-afectan-nuestra-salud/
Liu H, Waite L. J (2014). «Bad marriage, broken heart? Age and gender differences in the link between marital quality and cardiovascular risks among older adults». En Health Soc Behav. Dec;55(4):403-23. doi: 10.1177/0022146514556893.PMID: 25413802.
Pillay, S. (2018). «Ciencia del cerebro para mejorar tus relaciones». En Harvard Health Publishing. Disponible en: https://www.health.harvard.edu/blog/brain-science-to-improve-your-relationships-2018100414922